viernes, 22 de noviembre de 2013

Otoño y Caducidad

Después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida

Mario Benedetti
Visualización del Otoño en las sesiones del Grupo Regular de Contradanza.




































Al igual que los árboles se desprenden anualmente en otoño de sus hojas caducas, podemos también las personas desprendernos de vez en cuando de nuestras actitudes, ideas, prejuicios, interpretaciones y actuaciones automáticas, mecánicas e igualmente caducas.

El Otoño nos muestra el proceso, indoloro, por el cual los árboles pierden unas hojas que ya cumplieron su función, y puede ser para nosotrxs una maravillosa fuente de inspiración para dejar de aferrarnos a lo conocido. 

Los viejos estilos de comportamiento, los estilos defensivos aprendidos en la infancia y sostenidos hasta la adultez, se convierten con los años en verdaderas cárceles para un Ser que, como los árboles, necesita renovarse continuamente a lo largo de su vida, y poder adaptarse a las circunstancias reales de cada momento. Esto supondría, por ejemplo, que dejáramos de enfadarnos y de agredir por una pretendida ofensa o agresión que sólo existe en la propia imaginación; o que nos pudiéramos abrir a un contacto sanador en lugar de evitarlo por miedo a un abuso que pertenece al pasado; o poder vivir y apreciar cualidades emocionales diferentes a aquéllas a las que nos quedamos fijados en el pasado, ya sea a la tristeza, al dolor, o al miedo, como al disfrute, la alegría o la abundancia. 

Si "soltáramos las hojas" podríamos, en definitiva, vivir desde la espontaneidad, con un buen ajuste personal a la realidad de cada momento, y a nuestra verdadera  percepción, sensación, sentimiento, pensamiento o necesidad.

La salud emocional no consiste en tener un "carácter fuerte", de esos que aparentemente dan mucha "seguridad". Radica más bien en aceptar la propia vulnerabilidad renunciando a la falsa seguridad que creemos tener cuando recurrimos a esos clichés, "comodines" comportamentales que nos convierten en seres mecánicos, defendidos, asustados continuamente por lo imprevisible de la vida.

Seamos pues un poquito más como los árboles. Tomemos conciencia de la solidez de nuestras partes estructurales y de nuestros cimientos para sentir la confianza y el apoyo, el autoapoyo. Aceptemos la fragilidad y flexibilidad de nuestras partes más tiernas. Vivamos con ligereza la caducidad y el desprendimiento de nuestras hojas. Y confiemos en el proceso de transformación que se avecina.

Os deseo un buen otoño. Me lo deseo también.
Si os apetece compartirlo, ya sabéis: los jueves tenemos Grupo de Contradanza.
En este momento viviendo desde el cuerpo el otoño, la caducidad y la posibilidad de desprendernos de lastre.


2 comentarios:

  1. Efectivamente, el otoño para mi tiene algo de renovador. Es la estación del año donde me hago mis nuevos propósitos. Este año me he hecho precisamente este que tú comentas, el de desprenderme del lastre que me impide crecer y avanzar hacia mi objetivo de vida.En ello estoy de tu mano, querida maestra de vida.
    Gracias

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  2. Gracias a ti Lola, por mostrarte ante mi mirada y dejarme ver la hermosura de este caer paulatino de tus hojas caducas.

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