viernes, 29 de noviembre de 2013

Viento y desapego.

Hasta mi puerta de cañas
el viento arrastra
hojas de té.

BASHÒ (1644-1694)

El aire es el elemento del Otoño según la medicina tradicional china
y nuestro aliado en estos días en Espacio Contradanza.


En estas últimas semanas en el Grupo Regular de CONTRADANZA estamos inspirándonos en el Viento como el elemento que facilita la caída de las hojas caducas. Y a su vez, esta bella imagen de la naturaleza que se repite cíclicamente todos los años, conforma una metáfora del proceso de desarrollo personal, que requiere también un desprendernos de lo caduco y confiar en que sobreviviremos a los rigores invernales para reverdecer de nuevo en primavera.

Al contrario que los árboles de hoja caduca, a lxs humanxs nos cuesta esto de desprendernos de lo conocido, por muy caduco que esté y por mucho que nos cueste llevarlo a cuestas. No aferramos a lo que venimos pensando, sintiendo y actuando desde hace años, aunque no se corresponda ya ni de lejos con la realidad. Reproducimos nuestros modos automáticos de conducirnos por la vida, por muy poco eficientes e incluso dañinos que nos resulten en el presente. Nos da miedo no saber lo que va a ocurrir, aceptar que somos vulnerables y que no controlamos la vida. Preferimos sostener la idea ilusoria de que podemos manejar lo imprevisible y evitar el dolor. Y terminamos haciéndonos a nosotrxs mismxs el daño que supuestamente tratamos de evitar. O más.

Nos resistimos a darnos cuenta de todo esto. Nos cuesta ver el modo concreto en que nuestro carácter -es decir, nuestro autómata-, nos traiciona, nos obliga, nos falsifica y nos restringe libertad y veracidad. Y aún cuando por fin podemos verlo, seguimos resistiéndonos a abandonar los viejos patrones para re-aprender a vivir desde la espontaneidad de lo que sentimos en cada momento. Cuando por fin nos damos cuenta de que necesitamos "soltar lastre", todavía nos vence la tentación de pretender seguir "controlando" el proceso e intentamos arrancarnos con esfuerzo algo que simplemente va a caer por su propio peso en el momento en que dejemos de aferrarlo.

Grupo regular e Contradanza. Danzando el viento que facilita el desapego.


Pero esto requiere confianza. Una confianza hacia la Vida, hacia la Naturaleza y hacia nuestra propia naturaleza humana. Tan desconectadxs hemos llegado a estar de nosotrxs mismxs, que no confiamos en que vivir escuchando la verdad de nuestro corazón es la savia que alimenta lo esencial de nuestro Ser. Y que podemos dejar que nuestras hojas caigan en Otoño y confiar. Y retirarnos del control a un plano de observadorxs, de testigos de nuestro vivir. Y seguir confiando.

Y es posible, además, disfrutarlo. Una vez que hemos aceptado que las hojas van a caer, ¿por qué no disfrutar del viento otoñal acariciando o zarandeando nuestras expuestas ramas?

Os dejo el enlace a "Only the winds", de Olafur Arnalds, que está siendo parte de nuestra banda sonora estos días en el Grupo de Contradanza. Ojalá que os evoque la maravillosa sensación que a mí me produce el viento sobre la piel. Y que lo disfrutéis.

http://youtu.be/vX2NYgZUUoY

Lourdes Serra. Noviembre, 2013.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Rechazo y alejamiento de lo femenino.


"La madre representa la víctima en nosotras mismas. 
La mujer sin libertad, la mártir. Nuestras personalidades parecen 
peligrosamente difuminadas y solapadas por la de nuestras madres y, 
en un intento desesperado de saber dónde termina la madre 
y empieza la hija, realizamos una intervención quirúrgica radical" 
Adrienne Rich: Of woman born


Nuestra sociedad asocia lo femenino a debilidad y carente de valor. No es extraño pues que
en una primera fase de nuestro proceso de individuación, las mujeres nos alejemos de lo femenino
como forma de protección ante esta desvalorización cultural que mina nuestra autoestima.

Nuestra sociedad es androcéntrica: ve el mundo desde una perspectiva masculina. En el punto en que las mujeres son iguales a los hombres, se les recompensa de forma similar pero no en la misma medida. Si las mujeres se ven a sí mismas a través del prisma masculino y se miden permanentemente conforme a los patrones del hombre, siempre se encontrarán insuficientes o carentes de las cualidades que éste valora.

Actualmente, tanto hombres como mujeres están desafiando el pensamiento y el lenguaje patriarcales, así como sus estructuras políticas, sociales, religiosas y docentes, y están creando nuevos modelos. Sin embargo, a nivel personal, el viejo orden sigue encarnado en la madre, y la primera tarea de la heroína para su individuación es separarse de ella.

A medida que avance en las fases de su desarrollo y comience a entender las raíces de la desvalorización de lo femenino en esta cultura, se irá dando cuenta de que su madre no es la causa de sus sentimientos de inadecuación. Ella es simplemente un blanco perfecto para dirigir la culpa de toda la confusión y la escasa autoestima que experimentan muchas hijas en una cultura que glorifica lo masculino.

La verdad es que nuestras madres, y sus madres previamente, han sido aprisionadas como la mujer de Lot en una imagen proyectada hacia ellas por los hombres. Fueron manipuladas, reprimidas y anuladas con la colaboración de los anuncios publicitarios, las fajas y el valium.


La manipulación y reducción de la visión social de las mujeres en los años 50 (¿¿¿y ahora???)
las limitaba a la un papel secundario y dependiente de los hombres, ya fueran maridos, padres, hermanos...


Para distanciarse a sí misma de su madre y de su propia cualidad de madre, puede que una mujer tenga que atravesar un periodo de rechazo de las cualidades femeninas, distorsionadas por el prisma cultural, que las ve como pasivas, inferiores, dependientes, seductoras, manipuladoras y carentes de poder.

Los términos femenino y masculino se usan para describir formas de ser, principios inherentes a la existencia humana encarnados tanto en hombres como en mujeres. Lo femenino ha sido distorsionado por la cultura occidental para reflejar debilidad, mientras que lo masculino se ha distorsionado para reflejar la fuerza. La aventura de la mujer es la de identificar las formas en que puede ser por sí misma, sin las limitaciones que le imponen palabras como femenino y masculino.



Esta es una síntesis de textos sobre la primera de las fases de lo que Maureen Murdock denomina el Viaje Heroico de la Mujer en su proceso de individuación. Tuve la fortuna de conocerla hace escasos meses y de trabajar con ella en Barcelona, aunque previamente había vivido en mi piel alguna de sus propuestas de toma de conciencia de mi propia feminidad de la mano de mi maestra Isabel Liébanas. A ambas les agradezco su camino previo y su transmisión de este proceso de reconciliación con lo femenino que yo misma he podido ir haciendo.

Me dispongo a continuar escribiendo y compartiendo esto con mujeres en mis talleres, grupos y consulta. Siento que es algo así como una misión hacerlo; que es mi aportación a esta tarea de reconciliación y valoración de lo Femenino Sagrado en nosotras mismas y en la sociedad. Y que, como Maureen Murdock afirma:

"La tarea que se impone a la mujer de hoy es sanar   
la parte herida de la naturaleza femenina que existe  
en lo más profundo de sí misma y de su cultura"  







viernes, 22 de noviembre de 2013

Otoño y Caducidad

Después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida

Mario Benedetti
Visualización del Otoño en las sesiones del Grupo Regular de Contradanza.




































Al igual que los árboles se desprenden anualmente en otoño de sus hojas caducas, podemos también las personas desprendernos de vez en cuando de nuestras actitudes, ideas, prejuicios, interpretaciones y actuaciones automáticas, mecánicas e igualmente caducas.

El Otoño nos muestra el proceso, indoloro, por el cual los árboles pierden unas hojas que ya cumplieron su función, y puede ser para nosotrxs una maravillosa fuente de inspiración para dejar de aferrarnos a lo conocido. 

Los viejos estilos de comportamiento, los estilos defensivos aprendidos en la infancia y sostenidos hasta la adultez, se convierten con los años en verdaderas cárceles para un Ser que, como los árboles, necesita renovarse continuamente a lo largo de su vida, y poder adaptarse a las circunstancias reales de cada momento. Esto supondría, por ejemplo, que dejáramos de enfadarnos y de agredir por una pretendida ofensa o agresión que sólo existe en la propia imaginación; o que nos pudiéramos abrir a un contacto sanador en lugar de evitarlo por miedo a un abuso que pertenece al pasado; o poder vivir y apreciar cualidades emocionales diferentes a aquéllas a las que nos quedamos fijados en el pasado, ya sea a la tristeza, al dolor, o al miedo, como al disfrute, la alegría o la abundancia. 

Si "soltáramos las hojas" podríamos, en definitiva, vivir desde la espontaneidad, con un buen ajuste personal a la realidad de cada momento, y a nuestra verdadera  percepción, sensación, sentimiento, pensamiento o necesidad.

La salud emocional no consiste en tener un "carácter fuerte", de esos que aparentemente dan mucha "seguridad". Radica más bien en aceptar la propia vulnerabilidad renunciando a la falsa seguridad que creemos tener cuando recurrimos a esos clichés, "comodines" comportamentales que nos convierten en seres mecánicos, defendidos, asustados continuamente por lo imprevisible de la vida.

Seamos pues un poquito más como los árboles. Tomemos conciencia de la solidez de nuestras partes estructurales y de nuestros cimientos para sentir la confianza y el apoyo, el autoapoyo. Aceptemos la fragilidad y flexibilidad de nuestras partes más tiernas. Vivamos con ligereza la caducidad y el desprendimiento de nuestras hojas. Y confiemos en el proceso de transformación que se avecina.

Os deseo un buen otoño. Me lo deseo también.
Si os apetece compartirlo, ya sabéis: los jueves tenemos Grupo de Contradanza.
En este momento viviendo desde el cuerpo el otoño, la caducidad y la posibilidad de desprendernos de lastre.